La feísima y desproporcionada entrada que le propinó al futbolista del Tenerife Marc Bertrán ha sido la gota que ha colmado el vaso. Si en el club blanco, antes de este episodio, ya estaban decepcionados y con muchas dudas sobre el jugador, tras esa acción lo tienen claro: el holandés tiene los días contados en la entidad blanca.
Drenthe afronta su tercera temporada en el club madridista. Fue fichado del Feyenoord como una joven promesa de sólo 20 años que destacaba por su gran velocidad y que parecía iba a comerse el mundo. Pero la decepción ha sido mayúscula. El papel del holandés en sus primeras dos temporadas fue absolutamente secundario y en el nuevo proyecto galáctico de Florentino apenas tiene sitio. El centrocampista ha mostrado un rendimiento muy pobre, su capacidad de desbordar a los rivales ha quedado en nada con el paso del tiempo y pese a que sólo tiene 22 años, desde la entidad madridista ya son pesimistas con respecto a que pueda explotar como futbolista.
Pero la gran decepción, la que va a provocar que más pronto que tarde le den el pasaporte, fue su desproporcionada e injustificada entrada a Marc Bertrán. De muy poco sirvió que se disculpara –inducido por el club–. Cuando justo se acababan de apagar los ecos de otra feísima acción, la de Pepe, a finales de la pasada campaña, la imagen que ha dejado un jugador del Madrid ha vuelto a ser nefasta con la entidad, y si bien al portugués se le perdonó porque, al fin y al cabo, es un hombre importante para el equipo, con el holandés no sucederá lo mismo. Con él no habrá perdón en el seno de una institución que desde la llegada de Florentino tiene muy en cuenta la imagen que proyecta a los aficionados de los otros clubs.
Drenthe tiene los días contados en el Madrid, no cuenta ni con el apoyo de la directiva, ni con el de la dirección general comandada por Valdano ni con el departamento técnico encabezado por Manuel Pellegrini. Desde la entidad madridista la decisión ya está tomada, consideran que ya se le han dado todas las oportunidades que había que darle. Su paso por el Madrid habrá sido efímero y marchará por la puerta de atrás, como tantos otros.
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