Hace dos semanas, Zlatan Ibrahimovic explicó en rueda de prensa que no estaba contento con su rendimiento. Que sentía que tenía que mejorar y realizó un gran ejercicio de autocrítica que fue inmediatamente contestado por su entrenador. Pep Guardiola aprovechó la primera rueda de prensa que se le puso a tiro para mostrar su absoluto desacuerdo con el sueco. “Es muy exigente consigo mismo. Está jugando mucho mejor de lo que se cree y nos aporta mucho, ya hablaré con él para explicárselo”, dijo Guardiola.
Y dicho y hecho. Pocos días más tarde, Pep quedó con Ibrahimovic después de un entrenamiento y se lo llevó al corazón del Eixample a comer y a hablar. A hablar mucho de como están saliendo las cosas. Pep no es un entrenador de nueve a cinco. Pep es entrenador las 24 horas del día los siete días de la semana y alarga su trabajo más allá del terreno de juego o de los campos de entrenamiento de Sant Joan Despí.
La temporada pasada ya se fue a a comer en el mismo restaurante con Henry, a principio de temporada, con Messi a mitad y con Iniesta en el tramo final y las charlas de sobremesa tuvieron un efecto extraordinario en el rendimiento de los jugadores y del equipo.
Esta temporada Pep tan sólo había mantenido una charla en la Ciutat Esportiva con Piqué cuando se retomaron los partidos tras el paréntesis de las vacaciones de navidad. El central canterano llegó un tanto despistado de sus periodo de descanso invernal y tras una conversación con Guardiola y quedarse un par de días en el banquillo, ahora ha vuelto a jugar a su mejor nivel.
Respecto a Ibra, lo que busca Guardiola no es una reacción o un cambio de comportamiento del jugador sueco. Desea que conozca el entorno porque mientras ha marcado goles de manera continuada, todo iba de cada, pero ahora que lleva cinco partidos seguidos sin ver puerta, es fácil que empiece a notar una presión que hasta ahora le era desconocida.
La intención de Guardiola es la de que Ibrahimovic no se ponga nervioso y que sea consciente de que su participación en el equipo es fundamental y que no se le fichó solamente como goleador, sino para ayudar al equipo e integrarse en un sistema de juego en el que encaja como anillo al dedo.
En muchos partidos, como el de Valladolid, Ibrahimovic ha sido fundamental con sus asistencias, ése día le sirvió en bandeja un gol a Messi, y retrasando su posición al centro del campo para que sus compañeros de segunda línea ocuparan los espacios libres a espaldas de los defensas.
En la comida, Guardiola quiso agradecerle el esfuerzo realizado en su primer año y pedirle paciencia y oídos sordos a las críticas.
El entrenador sabe que Zlatan es un jugador que se exige muchísimo y que tiene ese egoísmo innato que hace diferentes a los arietes del resto de jugadores. En el partido del sábado en Valladolid, Ibra, de nuevo volvió a estar más participativo con el equipo que de cara a gol. Tuvo algunas oportunidades para acabar con su mala racha, pero unas veces la mala puntería y otras las decisiones de sus compañeros, que no le vieron, evitaron que volviera a marcar. Eso sí, después de la charla parecía más tranquilo.
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