Los tres goles que le marcó México en el estadio Azteca en 1993 no han salido de su mente. Raúl García recuerda cada una de las jugadas como si el choque hubiera sido ayer.
“El Superman”, quien asegura que está desempolvando su capa, espera que la selección nacional saque un buen resultado en su nueva visita al estadio Azteca este 10 de octubre. Cree que por lo que ha hecho este combinado nacional que dirige el mexicano Carlos De los Cobos se podría lograr un marcador que mantenga vivas las esperanzas por alcanzar el repechaje hacia Sudáfrica 2010.
¿Qué recuerda del partido que perdió la selección nacional en el Azteca ante México 3-1 en 1993?
Bueno, realmente siempre es motivante jugar contra México. Es un gran reto para el jugador. Se daban las circunstancias similares a esta eliminatoria porque en ese momento le habíamos ganado a México acá con marcador de 2-1. Ellos habían salido heridos del juego y estaban esperándonos en el Azteca. Íbamos preparados para eso y sabíamos que era un juego difícil. Intentamos salir adelante, pero se perdió el juego. Nosotros salimos con la cabeza arriba porque hicimos un esfuerzo por quedarnos con un buen resultado.
¿La visita del Azteca es la más especial en una hexagonal eliminatoria?
Especiales son todas. Si uno está pensando solo en un juego, las cosas no te van a salir y vas a perder motivación en los demás partidos.
¿Pero qué hace particular la visita al estadio Azteca?
Es que por historia los partidos entre El Salvador y México son de una gran rivalidad. Eso continúa y no ha desaparecido. Lo importante de este juego es que los jugadores deben demostrar que tienen la capacidad de sacar un resultado. Ojalá que se gane algún día en el Azteca y ojalá sea en esta ocasión. Hasta hoy no he visto que los jugadores de El Salvador hayan sufrido en algún juego de esta eliminatoria.
¿Hasta dónde podemos sacar ventaja para este partido por el hecho de que el técnico de la selección cuscatleca es mexicano?
Bueno, creo que él (De los Cobos) lo ha demostrado y lo que tenemos que hacer nosotros es tenerle confianza. Él debe trabajar el equipo para que no les afecte el Azteca. Carlos De los Cobos jugó en el América y el Azteca es la sede de ese equipo. Él conoce bien ese estadio. Creo que debemos confiar en que él lo va a hacer de la mejor forma.
Al Azteca lo muestran como algo magno y un arma superpoderosa que México tiene a su favor. ¿Se ha sobredimensionado al verlo así?
Realmente el estadio Azteca es un ícono del fútbol mexicano, por así decirlo. Creo que es uno de los pocos estadios del mundo que ha albergado dos finales de campeonatos mundiales. Viéndolo desde allí, tiene mucha historia. El problema es llegar al Azteca pensando en el peso de lo que ha sido el estadio y no pensar en el partido. Tenemos que llegar al Azteca pensando que es un juego más. Va a ser una oportunidad para mostrar nuestro fútbol y por lo tanto tenemos que ir con una mentalidad positiva. Realmente puedo decir que no hay como el Cuscatlán para ejercer presión al equipo contrario. El Azteca podrá ser grande, pero no hay capacidad de organizarse para, en determinado momento, presionar a un rival. Lo único que se oye es una bulla inmensa que cuando uno está concentrado en el juego ya no se oye. Tenés que estar concentrado en el juego. El problema es ir predispuestos al Azteca.
¿No hay que ver a las gradas?
No es que no hay que ver a la gente. Si uno está concentrado, hay que ir a realizar el juego. Si uno hace eso, uno no está pendiente del comportamiento de la gente allá arriba.
Óscar “el Lagarto” Ulloa nos dijo que hubo aficionados mexicanos que se fueron encima del autobús de la selección nacional y que había flores para difuntos en algunas camas de los jugadores de la Azul en el hotel de concentración. ¿Qué más pasó en 1993?
Yo pienso que esos son aspectos hasta cierto punto normales que se viven en una eliminatoria hacia un mundial. Llegamos al hotel y nos hicieron bulla. Recuerdo que ese hotel estaba a la par de una calle importante en México, pero no me acuerdo del nombre. Allí transitaban hasta vehículos pesados. Recuerdo que aficionados mexicanos habían organizado una fiesta en las afueras del hotel, pero la bulla más grande era de los pitos de aire del transporte pesado. Eso no dejaba de escucharse sobre todo en las habitaciones del lado de la carretera.
Hablemos de los goles de ese partido de 1993. ¿Qué tanta potencia llevaba el tiro de Ignacio Ambriz con el que México se puso en ventaja?
Fue un disparo fuerte desde fuera del área. Fue un rechazo y le llegó justo a Ambriz, que era un especialista en remates de larga distancia. Lo que hace la altura en México es provocar que la pelota tome mayor velocidad. Considero que fue un gol que después los mismos mexicanos lo encuadraron como uno de los mejores de la eliminatoria.
¿Le han disparado con esa misma potencia?
Siempre hay jugadores que le pegan fuerte a la pelota.
Antes habló de la altura. ¿Hasta dónde hace mella en el D.F.?
Yo no la sentí. Se nota en aspectos como la rapidez de la pelota. En el lado físico, no la sentí. Estaba pendiente de mis compañeros de cancha y no sentí que a ninguno de ellos les afectara la altura. Si los afectó fue en menor grado y no disminuyó su rendimiento dentro del terreno de juego.
¿Cómo se debe jugar el partido del próximo 10 de octubre?
No puedo recomendar sistemas de juego ni nada parecido. Lo que sí puedo decir es cómo el jugador podría encarar el juego. Hay que estar motivado y tener una gran confianza. Hay que ir a disfrutar el poder jugar en el Azteca porque es un privilegio. Es un partido donde va a haber mucha gente. Además, ese juego será una ventana para nuestros jugadores.
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