El nuevo berrinche de Milton Bradley fue el último que el manager de los Cachorros de Chicago, Lou Piniella, estaba dispuesto a soportarle.
Piniella mandó a Bradley a su casa la tarde del viernes cuando el temperamental bateador arrojó su casco y golpeó una enfriador portátil en la caseta de su equipo, tras haber pegado un elevado de out en la parte alta de la sexta entrada del clásico de Chicago contra los Medias Blancas.
El piloto ordenó a Bradley que se quitara el uniforme y los dos siguieron la conversación en el túnel que da al vestuario de los Cachorros.
"No me gusta que pasen estas cosas, pero simplemente estoy cansado de ver esto", dijo Piniella agitado luego de la victoria de los Cachorros por 5-4. "Esto ha sido un hecho común y lo he dejado pasar muchas veces y ya estoy cansado. Los castigos no son lo mío, realmente no lo son. Mañana pondré su nombre en la alineación y eso será todo".
El manager no aclaró si estaba cansado de los berrinches de Bradley en particular o de todo el equipo. El lanzador venezolano Carlos Zambrano y su colega Ryan Dempster también han golpeado la heladera de la banca de los Cachorros en Wrigley Field durante esta temporada.
Bradley, sin embargo, para quien Chicago es su séptimo equipo en poco más de nueve temporadas, tiene una larga historia de arranques de mal humor. Luego de firmar un contrato de 30 millones de dólares antes de esta temporada, el 16 de abril fue suspendido por un partido en su primer turno al bate en el estadio Wrigley Field al discutir con el umpire Larry Vanover porque le marcó un ponchete con las bases llenas.
"Esto es algo que les prometo no volverá a suceder", dijo el director general de los Cachorros, Jim Hendry.
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