La llegada del Robinho al vestuario del Camp Nou sólo está pendiente del visto bueno final del jeque Mansour bin Zayed al Nahyan. El propietario del Manchester City es la última barrera que queda por franquear antes de anunciar la incorporación del brasileño como refuerzo de lujo en el mercado invernal. En cuanto al resto de factores que rodean el fichaje del jugador, todo está atado y bien atado.
A la espera que el máximo rector del City dé su brazo a torcer y ceda a las peticiones de Robinho y las habilidades negociadoras del Barça, los ejecutivos de Can Barça y el entorno del futbolista no han perdido el tiempo. Ambas partes llevan semanas negociando las bases del futuro contrato y, al final, se ha alcanzado un principio de acuerdo.
Lo que hace sólo unos meses parecían unas cifras mareantes, a día de hoy encajan a la perfección en los baremos implantados en el vestuario azulgrana. De entrada, como dato más relevante, es necesario reseñar que Robinho mantendrá los emolumentos que en la actualidad percibe en el Manchester City. La cantidad neta asciende a 6,2 millones de euros, unas cifras mareantes hace un par de temporadas pero que ahora se adaptan a la perfección dentro de los modelos económicos que maneja el Barça. Tras concretarse las últimas renovaciones -Con Messi y Xavi a la cabeza-, el coste salarial de la plantilla está en condiciones de asumir esta incorporación, que se incorporaría al segundo nivel salarial del vestuario. De concretarse el traspaso coincidiendo con la reapertura del mercado a partir de enero, el club azulgrana entendería como lógico abonar el 50% de la ficha, es decir poco más de 3,2 millones de euros hasta final de campaña.
Otra cuestión bien distinta es la propuesta a satisfacer al Manchester City. El Barça tiene a punto 35 millones de euros para convencer al jeque Mansour. Una cifra más respetable para una operación que cuenta con el apoyo inestimable del futbolista y con la insistencia de Joan Laporta que ya sabe lo que negociar con tenacidad. Y si no basta con recordar las idas y venidas a Ucrania para cerrar la deseada contratación del central Chygrynskiy. En el caso de Robinho se podría repetir el guión de la operación y el fichaje se concretaría en sus términos finales durante la estancia del equipo en Abu Dhabi para disputar el mundialito de clubes.
La envergadura de la operación obligaría a redactar un contrato largo que permitiera la amortización del fichaje. En este sentido, a la espera de limar algunos detalles de última hora, ambas partes estarían por la labor de formalizar un acuerdo hasta el 2014. Cuatro temporadas que daría estabilidad a un jugador que en enero cumplirá los 26 años de edad.
Por cierto, aludiendo a la estabilidad de Robinho, el cuerpo técnico azulgrana ha valorado el cambio experimentado por el futbolista como un elemento fundamental para insistir en otro esfuerzo importante de cara a garantizar una mayor profundidad en el banquillo de la primera plantilla. El brasileño ha madurado, hace gala de una pareja sentimental estable y pide a gritos una oportunidad para demostrar que es un crack en toda regla y acabar con todos los debates deportivos generados a su alrededor. Cuestionado su papel en la selección, más de uno se atreve a pedir que sea relegado a un papel secundario.
El brasileño se defiende señalando que sus problemas en el City no van más allá de cuestiones futbolísticas y de discrepancias con el técnico Mark Hughes. Está convencido que el retorno a una Liga como la española y en un equipo como el Barça serán fundamentales para relanzar su carrera.
Robinho y el Barça está por la labor. Los siempre laboriosos detalles económicos también se han resuelto y sólo falta que el jeque Mansour, ya sea en Inglaterra o en Abu Dhabi, formalice la operación y abra las puertas al futbolista.
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