Sunday, September 27, 2009

EL REAL MADRID NO PUEDE CON LAS ROTACIONES

El triunfo ante el Tenerife ha servido para alimentar las dudas sobre el juego del Madrid y para confirmar que las rotaciones no son aceptadas por los jugadores. Es líder pero no convence porque el equipo no cumple con la pizarra de Pellegrini y, además, algunos futbolistas se empiezan a revolver contra él y su idea de rotaciones.

Decía Capello hace unos días que el sistema que se impone en el fútbol moderno es que todos los jugadores atacan y todos defienden. Al italiano le gusta Pellegrini por su gusto por el buen fútbol. Pero el chileno no acaba de adiestrar a los suyos, fracasando en varios aspectos: posesión del balón, el Madrid es el undécimo en la clasificación parcial de Primera en este apartado; presión, los delanteros no aprietan y el equipo no recupera un balón que le dura muy poco; la defensa se acula por la falta de presión arriba y el equipo se rompe en dos; y circulación de balón, en el que se busca la excelencia en no más de tres toques que no se consigue.

Pellegrini está ayudando mucho a esta confusión en el fútbol madridista. Las rotaciones son necesarias, pero las utiliza con cierto desorden que limita la continuidad de un grupo de jugadores que conecte y jueguen a lo mismo. Máxime cuando medio equipo es nuevo. Sus permanentes cambios tienen mareados a los futbolistas que un día se apoyan en un compañero con unas características y al día siguiente en otro que le cambia los conceptos. Su sistema se balancea entre el 4-4-2, el 4-3-3 y el inicial 4-2-2-2 con el que empezó en pretemporada.

Su pleno, cinco partidos cinco victorias, responden al fútbol vertical que no de toque y a la pegada de su ataque. Incluso los permanentes cambios de posición de sus atacantes va desapareciendo a medida que avanzan los partidos. Sus medios centros ya no llegan colapsados por la inseguridad de una presión armoniosa. Y, por último sus laterales no rompen por unas bandas siempre vacías por un fútbol de embudo.

Esta falta de armonía sobre el campo provoca frustración en los jugadores a los que Pellegrini no da la continuidad que muchos desearían. En este concierto de desaciertos, los futbolistas han empezado a desfilar por delante del banquillo con caras largas.

En Villarreal, el miércoles pasado, Higuaín no quiso saludar al chileno, que le quitó en el minuto 64’. Ante el Tenerife dejó a Granero en el banquillo en el descanso y el canterano abandonó el Santiago Bernabéu antes de que finalizase el partido. El Pirata pasará un tiempo a la sombra, como el argentino, por mucho que el club lo niegue. Y el último fue Cristiano Ronaldo, al que de nuevo sentó a 11’ del final sin darle la oportunidad de poder aumentar su cuenta realizadora y viendo que otros jugadores como Raúl estaban en el campo de invitado de piedra.

Pitos para Sergio Ramos y Drenthe
Los aficionados blancos se las prometían muy felices, pero en los tres partidos que se han jugado en el Bernabéu sólo ha visto goles y mal fútbol. Ante el Xerez el respetable se enfadó con Gago, al que silbaron; frente al Tenerife les tocó el turno a Drenthe y a Sergio Ramos. Tres víctimas de un fútbol colapsado y sin ideas que tiene confundido a la afición blanca, que abandona su estadio contento por los marcadores finales pero no por la errática línea de juego.

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