¿QUIEN SERA EL MEJOR OCHO EN ESPAÑA?

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Kaká ha elegido el 8. Y no hablamos de la novela de Katherine Neville, sino del dorsal que lucirá en el Real Madrid. El que ya lució en su presentación. El secreto mejor guardado desde que el hombre es hombre y el pez es pez. Pese a que algunos insistieron en revelarlo. Sin suerte, obviamente. El brasileño quizás no reflexionó demasiado sobre esa opción. Si lo hubiera pensado detenidamente, hubiera llegado a la conclusión de que las comparaciones pueden llegar a ser odiosas.

Tras elegir el 8, Kaká ha provocado, sin quererlo, una guerra futbolística con su figura antagónica, su antihéroe, como Bruce Willis en ‘El Protegido’, con Andrés Iniesta. Ambos juegan en posiciones similares, tienen un fútbol parecido. Son de esa clase de centrocampistas que, cuando controlan el balón, provocan palpitaciones, asfixias momentáneas y mareos. Algo así como el síndrome de Stendhal. La luz de Kaká ha ido apagándose poco a poco en sus últimas temporadas en el Milan –ahora Florentino Pérez intenta echarle leña a su brillo a base de presentaciones orgiásticas–; la del de Fuentealbilla ha cegado más que nunca este año, tras ganar el triplete y, sobre todo, tras lograr un gol cuya fotografía cuelga ya en el museo mental de los millones de aficionados blaugrana que pululan aún como zombies alrededor del mundo.

Pero el año pasado es historia y la del año que viene está por escribirse. Kaká deberá demostrar en el Santiago Bernabéu que los 67 millones de euros que el conjunto blanco ha pagado por él han merecido la pena. Todos los recursos que el Barça ha destinado para crear a uno de los mejores futbolistas que ha dado el fútbol en su historia están más que amortizados. Los 25.000 aficionados que el pasado martes estuvieron en el estadio merengue fueron felices durante el rato de su presentación, como también lo habían sido los 30.000 que vieron en directo la puesta de largo de Thierry Henry hace dos temporadas. Sin embargo, el francés no respondió como se esperaba en su primer año como blaugrana, lo que provocó que las críticas florecieran. Kaká deberá olvidarse de Milan, de la selección brasileña y de todo lo vivido hasta ahora para centrarse en un club cuyo termómetro respira al ritmo que el balón quiere. Aquí Iniesta lo tiene todo pagado.

Y eso no significa que lo tenga todo hecho, puesto que en el club blaugrana, desde que Pep es Pep, “todo es posible y todo está por hacer”. El carácter futbolístico del de Fuentealbilla no invita a la relajación, sino todo lo contrario. Si Kaká recoge el guante, el duelo entre ambos puede ser de leyenda. No sólo en el doble enfrentamiento que la Liga siempre ofrece al espectador, sino toda la temporada. Kaká se ha convertido, por arte y magia de Florentino, en glamour; Iniesta es el carisma hecho sencillez, la prueba hecha realidad de que el fútbol es el mejor deporte posible, en el que alguien cuyo físico no es portentoso puede crear sinfonías inolvidables.

Cuando empiece la temporada oficial no, mucho antes, cuando los amistosos de verano inicien su lento caminar a través del verano, Iniesta y Kaká empezarán a pelear por ser el 8. Sólo puede quedar uno. La batalla será triste y lenta, pero dejará desparramada por el camino mucha belleza. Dos gigantes de acero chocarán echando chispas. Iniesta ha demostrado ser, hoy por hoy, el mejor, pero eso se hablará sobre el terreno de juego. Andrés tiene un nuevo reto, una nueva motivación para volver a serlo. Pep Guardiola asegura a su entorno que es feliz viendo los movimientos que está realizando el Real Madrid. No necesitará vídeos para motivar a sus jugadores. Al 8 blaugrana, con sólo enseñarle una fotografía del 8 blanco le bastará. Con el regreso de Florentino Pérez el Real Madrid sale ganando; el Barça, también. A Iniesta, un futbolista cuya mente vive presa en un tablero de ajedrez, le toca mover. Es su turno.